La vitamina D es una vitamina liposoluble que cumple diferentes funciones en el organismo, entre las que destaca la de servir como vehículo para la absorción del calcio por parte del organismo, un mineral que es esencial para el desarrollo y crecimiento de los huesos y para mantenerlos fuertes. Sin la vitamina D el calcio no puede ser absorbido y en los adultos, se produce un proceso gradual de desmineralización ósea que ocasiona primero una osteopenia y luego una osteoporosis, con el elevado riesgo de sufrir fracturas que esta patología comporta. En los niños puede ser el origen de raquitismo.
Además de esta función en la metabolización del calcio, en los últimos tiempos diferentes estudios han demostrado que la vitamina D cumple también una función protectora frente a determinados tipos de cáncer. Así, las personas que presentan niveles elevados de esta vitamina tienen un 40% menos de riesgo de desarrollar un cáncer de colon que aquéllas que son deficitarias.
También ejerce un papel protector frente al cáncer de próstata, de mama o de piel. En el caso del cáncer de mama, los niveles de vitamina D en sangre constituyen también un importante factor pronóstico, ya que cuando estos son elevados se reduce a la mitad el riesgo de propagación del cáncer y la mortalidad por esta causa se reduce hasta en un 73%.