La pérdida de elasticidad y firmeza de la piel no solamente ocurre en la madurez, también puede darse en edades más tempranas como consecuencia de un estilo de vida no saludable, mala alimentación, sobreexposición solar o problemas emocionales (ansiedad, estrés…) apareciendo un envejecimiento cutáneo prematuro que no corresponde a la edad cronológica del paciente.