Si la piel resulta dañada por accidentes, operaciones o enfermedades, el organismo trata de reparar los daños, aunque con frecuencia no consigue restablecer la funcionalidad previa a la lesión. Esta solo se restablece si no hay otras afecciones concomitantes que dificulten la reparación de la piel.
Si resultan afectadas capas más profundas de la piel, como en el caso de las operaciones, etc., se producen cicatrices tras las distintas fases de la curación. El transcurso de la curación de las heridas depende del tipo, el tamaño y la profundidad.